miércoles, 22 de junio de 2016

Blancanieves - Hermanos Grimm


LOS HERMANOS GRIMM

  Aviso: es la versión original, es posible que no sea apta para niños pequeños.

  Había una vez, en pleno invierno, una reina que se dedicaba a la costura sentada cerca de una ventana con marco de ébano negro. Los copos de nieve caían del cielo como plumones. Mirando nevar se pinchó un dedo con su aguja y tres gotas de sangre cayeron en la nieve. Como el efecto que hacía el rojo sobre la blanca nieve era tan bello, la reina se dijo.

-¡Ojalá tuviera una niña tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre y tan negra como la madera de ébano!

  Poco después tuvo una niñita que era tan blanca como la nieve, con los labios tan rojos como la sangre y cuyos cabellos eran tan negros como el ébano.

  Por todo eso fue llamada Blancanieves. Y al nacer la niña, la reina murió.

  Un año más tarde el rey tomó otra esposa. Era una mujer bella pero orgullosa y arrogante, y no podía soportar que nadie la superara en belleza. Tenía un espejo maravilloso y cuando se ponía frente a él, mirándose le preguntaba:

-¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

  Entonces el espejo respondía:

-La Reina es la más hermosa de esta región.

  Ella quedaba satisfecha pues sabía que su espejo siempre decía la verdad.

  Pero Blancanieves crecía y embellecía cada vez más; cuando alcanzó los siete años era tan bella como la clara luz del día y aún más linda que la reina.

  Ocurrió que un día cuando le preguntó al espejo: "¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?" el espejo respondió:

-La Reina es la hermosa de este lugar, pero la linda Blancanieves lo es mucho más.

  Entonces la reina tuvo miedo y se puso amarilla y verde de envidia. A partir de ese momento, cuando veía a Blancanieves el corazón le daba un vuelco en el pecho, tal era el odio que sentía por la niña. Y su envidia y su orgullo crecían cada día más, como una mala hierba, de tal modo que no encontraba reposo, ni de día ni de noche.


  Entonces hizo llamar a un cazador y le dijo:

-Lleva esa niña al bosque; no quiero que aparezca más ante mis ojos. La matarás y me traerás sus pulmones y su hígado como prueba.

  El cazador obedeció y se la llevó, pero cuando quiso atravesar el corazón de Blancanieves, la niña se puso a llorar y exclamó:

-¡Mi buen cazador, no me mates!; correré hacia el bosque espeso y no volveré nunca más.

  Como era tan linda el cazador tuvo piedad y dijo:

-¡Corre, pues, mi pobre niña!

  Pensaba, sin embargo, que las fieras pronto la devorarían. No obstante, no tener que matarla fue para él como si le quitaran un peso del corazón. Un cerdito venía saltando; el cazador lo mató, extrajo sus pulmones y su hígado y los llevó a la reina como prueba de que había cumplido su misión. El cocine-ro los cocinó con sal y la mala mujer los comió creyendo comer los pulmones y el hígado de Blancanieves.

  Por su parte, la pobre niña se encontraba en medio del gran bosque, abandonada por todos y con tal miedo que todas las hojas de los árboles la asustaban. No tenía idea de cómo arreglárselas y entonces corrió y corrió sobre guijarros filosos y a través de las zarzas. Los animales salvajes se cruzaban con ella pero no le hacían ningún daño. Corrió hasta la caída de la tarde; entonces vio una casita a la que entró para descansar. En la cabañita todo era pequeño, pero tan lindo y limpio como se pueda imaginar. Había una mesita pequeña con un mantel blanco y sobre él siete platitos, cada uno con su pequeña cuchara, más siete cuchillos, siete tenedores y siete vasos, todos pequeños. A lo largo de la pared estaban dispuestas, una junto a la otra, siete camitas cubiertas con sábanas blancas como la nieve. Como tenía mucha hambre y mucha sed, Blancanieves comió trozos de legumbres y de pan de cada platito y bebió una gota de vino de cada vasito. Luego se sintió muy cansada y se quiso acostar en una de las camas. Pero ninguna era de su medida; una era demasiado larga, otra un poco corta, hasta que finalmente la séptima le vino bien. Se acostó, se encomendó a Dios y se durmió.

  Cuando cayó la noche volvieron los dueños de casa; eran siete enanos que excavaban y extraían metal en las montañas. Encendieron sus siete farolitos y vieron que alguien había venido, pues las cosas no estaban en el orden en que las habían dejado. El primero dijo:

-¿Quién se sentó en mi sillita?

El segundo:

-¿Quién comió en mi platito?

El tercero:

-¿Quién comió de mi pan?

El cuarto:

-¿Quién comió de mis legumbres?

El quinto.

-¿Quién pinchó con mi tenedor?

El sexto:

-¿Quién cortó con mi cuchillo?

El séptimo:

-¿Quién bebió en mi vaso?

Luego el primero pasó su vista alrededor y vio una pequeña arruga en su cama y dijo:

-¿Quién anduvo en mi lecho?

Los otros acudieron y exclamaron:

-¡Alguien se ha acostado en el mío también!

  Mirando en el suyo, el séptimo descubrió a Blancanieves, acostada y dormida. Llamó a los otros, que se precipitaron con exclamaciones de asombro. Entonces fueron a buscar sus siete farolitos para alumbrar a Blancanieves.

-¡Oh, mi Dios -exclamaron- qué bella es esta niña!

  Y sintieron una alegría tan grande que no la despertaron y la dejaron proseguir su sueño. El séptimo enano se acostó una hora con cada uno de sus compañeros y así pasó la noche. Al amanecer, Blancanieves despertó y viendo a los siete enanos tuvo miedo. Pero ellos se mostraron amables y le preguntaron.

-¿Cómo te llamas?

-Me llamo Blancanieves -respondió ella.

-¿Como llegaste hasta nuestra casa?

  Entonces ella les contó que su madrastra había querido matarla pero el cazador había tenido piedad de ella permitiéndole correr durante todo el día hasta encontrar la casita. Los enanos le dijeron:

-Si quieres hacer la tarea de la casa, cocinar, hacer las camas, lavar, coser y tejer y si tienes todo en orden y bien limpio puedes quedarte con nosotros; no te faltará nada.

-Sí -respondió Blancanieves- aceptó de todo corazón. Y se quedó con ellos.


  Blancanieves tuvo la casa en orden. Por las mañanas los enanos partían hacia las montañas, donde buscaban los minerales y el oro, y regresaban por la noche. Para ese entonces la comida estaba lista.
Durante todo el día la niña permanecía sola; los buenos enanos la previnieron:

-¡Cuídate de tu madrastra; pronto sabrá que estás aquí! ¡No dejes entrar a nadie!

  La reina, una vez que comió los que creía que eran los pulmones y el hígado de Blancanieves, se creyó de nuevo la principal y la más bella de todas las mujeres. Se puso ante el espejo y dijo:

-¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

  Entonces el espejo respondió:

-La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero, pasando los bosques, en la casa de los enanos, la linda Blancanieves lo es mucho más.

  La reina quedó aterrorizada pues sabía que el espejo no mentía nunca. Se dio cuenta de que el cazador la había engañado y de que Blancanieves vivía. Reflexionó y buscó un nuevo modo de deshacerse de ella pues hasta que no fuera la más bella de la región la envidia no le daría tregua ni reposo. Cuando finalmente urdió un plan se pintó la cara, se vistió como una vieja buhonera y quedó totalmente irreconocible.

  Así disfrazada atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos, golpeó a la puerta y gritó:

-¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!

  Blancanieves miró por la ventana y dijo:

-Buen día, buena mujer. ¿Qué vende usted?

-Una excelente mercadería -respondió-; cintas de todos colores.

  La vieja sacó una trenzada en seda multicolor, y Blancanieves pensó:

-Bien puedo dejar entrar a esta buena mujer.

  Corrió el cerrojo para permitirle el paso y poder comprar esa linda cinta.

-¡Niña -dijo la vieja- qué mal te has puesto esa cinta! Acércate que te la arreglo como se debe.

  Blancanieves, que no desconfiaba, se colocó delante de ella para que le arreglara el lazo. Pero rápi-damente la vieja lo oprimió tan fuerte que Blancanieves perdió el aliento y cayó como muerta.

-Y bien -dijo la vieja-, dejaste de ser la más bella. - Y se fue.


  Poco después, a la noche, los siete enanos regresaron a la casa y se asustaron mucho al ver a Blancanieves en el suelo, inmóvil. La levantaron y descubrieron el lazo que la oprimía. Lo cortaron y Blancanieves comenzó a respirar y a reanimarse poco a poco. Cuando los enanos supieron lo que había pasado dijeron:

-La vieja vendedora no era otra que la malvada reina. ¡Ten mucho cuidado y no dejes entrar a nadie cuando no estamos cerca!

  Cuando la reina volvió a su casa se puso frente al espejo y preguntó:

-¡Espejito, espejito, de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

  Entonces, como la vez anterior, respondió:

-La Reina es la más hermosa de este lugar; pero pasando los bosques, en la casa de los enanos, la linda Blancanieves lo es mucho más.

  Cuando oyó estas palabras toda la sangre le afluyó al corazón. El terror la invadió, pues era claro que Blancanieves había recobrado la vida.

-Pero ahora -dijo ella- voy a inventar algo que te hará perecer.

  Y con la ayuda de sortilegios, en los que era experta, fabricó un peine envenenado. Luego se disfrazó tomando el aspecto de otra vieja. Así vestida atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos. Golpeó a la puerta y gritó:

-¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!

Blancanieves miró desde adentro y dijo:

-Sigue tu camino; no puedo dejar entrar a nadie.

-Al menos podrás mirar. - dijo la vieja, sacando el peine envenenado y levantándolo en el aire.

  Tanto le gustó a la niña que se dejó seducir y abrió la puerta. Cuando se pusieron de acuerdo sobre la compra la vieja le dilo:

-Ahora te voy a peinar como corresponde.

  La pobre Blancanieves, que nunca pensaba mal, dejó hacer a la vieja pero apenas ésta le había puesto el peine en los cabellos el veneno hizo su efecto y la pequeña cayó sin conocimiento.

-¡Oh, prodigio de belleza -dijo la mala mujer- ahora sí que acabé contigo!

  Por suerte la noche llegó pronto trayendo a los enanos con ella. Cuando vieron a Blancanieves en el suelo, como muerta, sospecharon enseguida de la madrastra. Examinaron a la niña y encontraron el peine envenenado. Apenas lo retiraron, Blancanieves volvió en sí y les contó lo que había sucedido. Entonces le advirtieron una vez más que debería cuidarse y no abrir la puerta a nadie.
En cuanto llegó a su casa la reina se colocó frente al espejo y dijo:

-¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

  Y el espejito, respondió nuevamente:

-La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero pasando los bosques, en la casa de los enanos, la linda Blancanieves lo es mucho más.

  La reina al oír hablar al espejo de ese modo, se estremeció y tembló de cólera.

-Es necesario que Blancanieves muera, -exclamó- aunque me cueste la vida a mí misma.

  Se dirigió entonces a una habitación escondida y solitaria a la que nadie podía entrar y fabricó una manzana envenenada. Exteriormente parecía buena, blanca y roja y tan bien hecha que tentaba a quien la veía; pero apenas se comía un trocito sobrevenía la muerte. Cuando la manzana estuvo pronta, se pintó la cara, se disfrazó de campesina y atravesó las siete montañas hasta llegar a la casa de los siete enanos.

Golpeó. Blancanieves sacó la cabeza por la ventana y dijo:

-No puedo dejar entrar a nadie; los enanos me lo han prohibido.

-No es nada -dijo la campesina- me voy a librar de mis manzanas. Toma, te voy a dar una.

-No -dijo Blancanieves- tampoco debo aceptar nada.

-¿Ternes que esté envenenada? -dijo la vieja-; mira, corto la manzana en dos partes; tú comerás la parte roja y yo la blanca.

  La manzana estaba tan ingeniosamente hecha que solamente la parte roja contenía veneno. La bella manzana tentaba a Blancanieves y cuando vio a la campesina comer no pudo resistir más, estiró la mano y tomó la mitad envenenada. Apenas tuvo un trozo en la boca, cayó muerta.


  Entonces la vieja la examinó con mirada horrible, rió muy fuerte y dijo.

-Blanca como la nieve, roja como la sangre, negra como el ébano. ¡Esta vez los enanos no podrán reanimarte!

  Vuelta a su casa interrogó al espejo:

-¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

  Y el espejo finalmente respondió:

-La Reina es la más hermosa de esta región.

  Entonces su corazón envidioso encontró reposo, si es que los corazones envidiosos pueden encontrar alguna vez reposo.

  A la noche, al volver a la casa, los enanitos encontraron a Blancanieves tendida en el suelo sin que un solo aliento escapara de su boca: estaba muerta. La levantaron, buscaron alguna cosa envenenada, aflojaron sus lazos, le peinaron los cabellos, la lava-ron con agua y con vino pelo todo esto no sirvió de nada: la querida niña estaba muerta y siguió estándolo.

  La pusieron en una parihuela. se sentaron junto a ella y durante tres días lloraron. Luego quisieron enterrarla pero ella estaba tan fresca como una persona viva y mantenía aún sus mejillas sonrosadas.

  Los enanos se dijeron:

-No podemos ponerla bajo la negra tierra.

  E hicieron un ataúd de vidrio para que se la pudiera ver desde todos los ángulos, la pusieron adentro e inscribieron su nombre en letras de oro proclamando que era hija de un rey. Luego expusieron el ataúd en la montaña. Uno de ellos permanecería siempre a su lado para cuidarla. Los animales también vinieron a llorarla: primero un mochuelo, luego un cuervo y más tarde una palomita.
Blancanieves permaneció mucho tiempo en el ataúd sin descomponerse; al contrario, parecía dormir, ya que siempre estaba blanca como la nieve, roja como la sangre y sus cabellos eran negros como el ébano.

  Ocurrió una vez que el hijo de un rey llegó, por azar, al bosque y fue a casa de los enanos a pasar la noche. En la montaña vio el ataúd con la hermosa Blancanieves en su interior y leyó lo que estaba es-crito en letras de oro. Entonces dijo a los enanos:

-Dénme ese ataúd; les daré lo que quieran a cambio.

-No lo daríamos por todo el oro del mundo -respondieron los enanos.

-En ese caso -replicó el príncipe- regálenmelo, pues no puedo vivir sin ver a Blancanieves. La hon-raré, la estimaré como a lo que más quiero en el mundo.

  Al oírlo hablar de este modo los enanos tuvieron piedad de él y le dieron el ataúd. El príncipe lo hizo llevar sobre las espaldas de sus servidores, pero sucedió que éstos tropezaron contra un arbusto y como consecuencia del sacudón el trozo de manzana envenenada que Blancanieves aún conservaba en su garganta fue despedido hacia afuera. Poco después abrió los ojos, levantó la tapa del ataúd y se irguió, resucitada.

-¡Oh, Dios!, ¿dónde estoy? -exclamó.

-Estás a mi lado -le dijo el príncipe lleno de alegría.

  Le contó lo que había pasado y le dijo:

-Te amo como a nadie en el mundo; ven conmigo al castillo de mi padre; serás mi mujer.

  Entonces Blancanieves comenzó a sentir cariño por él y se preparó la boda con gran pompa y magnificencia.

También fue invitada a la fiesta la madrastra criminal de Blancanieves. Después de vestirse con sus hermosos trajes fue ante el espejo y preguntó:

-¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?

El espejo respondió:

-La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero la joven Reina lo es mucho más.

Entonces la mala mujer lanzó un juramento y tuvo tanto, tanto miedo, que no supo qué hacer. Al principio no quería ir de ningún modo a la boda. Pero no encontró reposo hasta no ver a la joven reina.

Al entrar reconoció a Blancanieves y la angustia y el espanto que le produjo el descubrimiento la dejaron clavada al piso sin poder moverse.


Pero ya habían puesto zapatos de hierro sobre carbones encendidos y luego los colocaron delante de ella con tenazas. Se obligó a la bruja a entrar en esos zapatos incandescentes y a bailar hasta que le llegara la muerte.


FIN

Personajes



Está muy bien eso de leer batallas épicas o cualquier historia en general, pero muchas veces empezamos a leer y nos damos cuenta de que no nos enteramos de nada porque te nombran a muchísimos personajes y no tenemos ni idea de quién es quién, por lo que nos cuesta enterarnos de lo que nos intentan contar.

Para evitar que eso os pase cuando estéis en esta página he creado este apartado en el que os podréis enterar de  quién es quién en las distintas mitologías. Veréis que por ahora hay pocos personajes, pero confío en que con el tiempo habrán muchos más.

Voy a ordenar los personajes por mitologías, y dentro de las mitologías por orden alfabético:


MITOLOGÍA GRIEGA

> Caos
> Eco
> Eros
Europa
> Febe
> Gea
> Hebe
> Hele
> Hera
> Pan

MITOLOGÍA EGIPCIA

> Bast
> Isis
> Nun
Ra
> Seth
> Toth

MITOLOGÍA NÓRDICA

> Aegir: gigante (jotun) rey de los mares
> Ask: primer hombre humano
> Baugi: gigante (jotun) hermano de Sttung
> Blodughadda: una de las doncellas de las olas
> Bolwerk: uno de los nombres por los que fue conocido Odín
> Blodughof: caballo de Frey
> Bragi: dios de la poesía y la música, hijo de Odín y Gunlod
> Byljga: una de las doncellas de las olas
> Doncellas de las olas: las 9 hijas de Aegir y Ran
> Drofn: una de las doncellas de las olas
> Dúfa: una de las doncellas de las olas
> Embla: primera mujer humana
> Espada de la Victoria: mítica espada de Frey
> Fjalar: enano hermano de Galar
> Frey: dios del sol, el verano y los cultivos. Señor de Alfheim.
> Freyja: diosa del amor, la belleza y la fertilidad
> Freyr: dios de la fertilidad, la lluvia, la vegetación y el amanecer
> Galar: enano hermano de Fjalar
> Gilling: gigante (jotun) padre de Suttung
> Gjalp: giganta (jotun) hermana de Greip
> Greip: giganta (jotun) hermana de Gjalp
> Gullinbursti: cerdo de Frey
> Gullitani: apodo de Heimdall
> Gulltoppr: caballo de Heimdall
Gunlod: hija de Suttung que guardaba el aguamiel
> Hallinskide: uno de los nombres de Heimdall
> Heimdall: guardián del Bifrost (puente del arco iris)
> Hefring: una de las doncellas de las olas
> Himinglaeva: una de las doncellas de las olas
> Hoenir: dios silencioso, compañero de Odín
> Hronn: una de las doncellas de las olas
> Idunn: diosa de la juventud
> Irmin: uno de los nombres de Heimdall
> Jormurgand: serpiente de Midgard, hijo de Loki y una giganta.
> Kólga: una de las doncellas de las olas
> Kvasir: dios más sabio de los Vanir
> Loki: dios del engaño
> Mardoll: uno de los nombres de Freyja
> Njoror: dios de la navegación, padre de Freyja y Freyr
> Odín: rey de los dioses, dios de la sabiduría
> Ran: diosa marina que reina sobre los que mueren ahogados
> Skadi: diosa del invierno
> Skidbladnir: barco mágico de Frey
> Skuld: una de las tres nornas principales
> Suttung: gigante (jotun) hijo de Gilling
> Surt: líder de los gigantes de fuego en y soberano de Muspelheim,
> Thiazi: gigante (jotun) padre de Skadi
> Tyr: dios de la guerra
> Udr: una de las doncellas de las olas
> Urd: una de las tres nornas principales
> Ve: dios hermano de Vili y Odín, hijo de Bor
> Verdandi: una de las tres nornas principales
> Vili: hermano de Ve y Odín, hijo de Bor
> Ymir: primer gigante de la escarcha



Heimdall - Mitología Nórdica - Personajes

HEIMDALL

EL GUARDIÁN DEL PUENTE DEL ARCO-IRIS



  Aviso: las aclaraciones en rojo son para explicar quiénes son los diferentes dioses u otras palabras mitológicas, si ya los conoces ignóralas

  Se dice que un día, en en el transcurso de un paseo a orillas del mar, Odín (dios de la sabiduría) vio una vez a nueve bellas gigantes, las doncellas de las olas, llamadas Egia, Augeia, Ulfrun, Aurgiafa, Sindur, Atla, Iarnsaxa, Gjálp y Greip, las hijas de Aegir (dios de los océanos) . Se encontraban profundamente dormidas en las blancas arenas. Odín quedó tan enamorado de las hermosas criaturas que, como relatan las Eddas (colecciones de relatos nórdicos), se desposó con las nueve y se combinaron, en el mismo momento, para traer al mundo un hijo que recibió el nombre de Heimdall.

  Las nueve madres procedieron a alimentar al bebé con la fuerza de la tierra, la humedad del amor y el calor del sol, una dieta que demostró ser tan fortalecedora que el nuevo dios creció completamente en un espacio de tiempo increíblemente corto y corrió a unirse a su padre en Asgard (reino de los Aesir, los dioses guerreros).

  Encontró a los dioses observando con orgullo el arco iris del puente Bifröst (el puente que conecta Asgard con Midgard, la Tierra), el cual acababan de construir con fuego, aire y agua, los tres materiales que aún pueden verse en este extenso arco, donde brillan los tres colores principales significativos de estos elementos: el rojo representando al fuego, el azul al aire y el verde a las frescas profundidades del mar.

  En el momento de la llegada de Heimdall, los dioses estaban deliberando sobre la conveniencia de asignar un guardián fidedigno y vitorearon al nuevo recluta como alguien apropiado para cumplir con las onerosas obligaciones de su cargo. Heimdall accedió con alegría a asumir la responsabilidad y desde entonces veló día y noche el sendero de arco iris que se adentraba en Asgard.

  Para permitir que Heimdall detectara la aproximación de cualquier enemigo desde lejos, la asamblea de los dioses le concedió sentidos tan agudos que se dice que era capaz de oír crecer la hierba en las colinas y la lana en los lomos de las ovejas, de ver a cien millas de distancia tan claramente tanto de día como de noche, y a pesar de todo, necesitaba menos tiempo de sueño que un pájaro, así era el poderoso Heimdall.

  Se le proporcionó además una reluciente espada y un cuerno extraordinario, llamado Gjallarhorn, y los dioses le ordenaron que hiciera sonarlo siempre que divisara que se aproximaban los enemigos, los gigantes de escarcha, sabiendo que su sonido despertaría a todas las criaturas en el cielo, la tierra y Niflheim (reino de la niebla y las tinieblas). Su último terrible sonido anunciaría la llegada del Ragnarok (el día del fin del mundo).


  Para tener siempre a mano este instrumento, que era un símbolo de la luna creciente, o lo colgaba de una rama de Yggdrasil (el árbol de los mundos) sobre su cabeza o lo sumergía en las aguas del manantial de Mímir. En este último lugar yacía junto al ojo de Odín, que era un símbolo de la luna llena.

  El palacio de Heimdall, llamado Himinbjörg, estaba en el punto más alto del puente, y allí le visitaban a menudo los dioses para beber del delicioso hidromiel con el que él los agasajaba.
Heimdall siempre era representado con una resplandeciente armadura blanca, por lo que era conocido como el dios brillante o de la luz. También era conocido como el dios delicado, inocente e indulgente, nombres que merecía, pues era tan bondadoso como hermoso y todos los dioses le amaban cariñosamente.

  Conectado por el lado de sus madres con el mar, a veces era relacionado con los vanir (dioses de la naturaleza), ya que a los antiguos nórdicos, especialmente los islandeses a quienes el mar los rodeaba, les parecía el elemento más importante, creyendo que todo había emergido de allí. Le atribuían un conocimiento muy extenso y se lo imaginaban especialmente sabio.

  A Heimdall se le distinguía asimismo por sus dientes de oro, que destellaban cuando él sonreía, y se ganó el sobrenombre de Gullitani (el de los dientes de oro). También era el orgulloso propietario de un veloz corcel de crines de oro llamado Gulltoppr, que le transportaba de acá para allá pero especialmente temprano por la mañana, a cuya hora, como heraldo del día, tenía el nombre de Heimdellinger.

  Heimdall tiene otros nombres, entre ellos Hallinskide e Irmin, pues a veces ocupaba el lugar de Odín y era identificado con aquel dios, al igual que con otros dioses de espada, Er, Heru, Cheru y Tyr (dios de la guerra) que destacaban todos por sus relucientes armas. Él, sin embargo, es más conocido generalmente como el Custodio del arco iris y dios del cielo, de las fértiles luvias y de los rocíos, que traen buenos tiempos a la Tierra.

  Heimdall compartía además con Bragi (dios de la poesía) el honor de darle la bienvenida a los héroes en Valhalla (el paraíso de los guerreros, adonde van cuando mueren) y, bajo el nombre de Riger era considerado como el señor divino de varias clases sociales que componen la raza humana.

  Heimdall era conocido como el Dios Blanco, por su armadura de blanco metal y muy brillante y una espada del mismo metal y gran brillo llamada Hofuth.


  La historia continúa: Siguiente relato

El origen del mundo - Mitología Egipcia


EL ORIGEN DEL MUNDO - LA CREACIÓN DE RA



  Cuenta la leyenda que en el principio de los tiempos no había luz, todo era oscuridad. Únicamente existía una enorme extensión de agua llamada Nun. El poder de este océano infinito era tan grande que pudo crear en la penumbra un gran huevo brillante y rodeado de llamas del que nació Ra, el dios del Sol.

  Ra también heredó un enorme poder, y pronto se acostumbró a cambiar de forma, especialmente a la de algún ave. Tal era su poder que lo que él nombraba adquiría forma y se volvía real. Pero, sin embargo, su mayor poder se hallaba en su nombre secreto, su verdadero nombre, el cuál le concedería a quién lo pronunciara dominio absoluto sobre el dios del Sol. Nunca se lo dijo a nadie y lo guardó en secreto con sumo cuidado para protegerlo.

  Entonces se propuso crear el sol, y dijo: “Al amanecer me llamo Khepri, al mediodía Ra y al atardecer Atum”. Y entonces, el sol apareció por primera vez iluminando la oscuridad, como envuelto en llamas,  se elevó sobre el horizonte simulando una enorme esfera de oro reluciente, y al atardecer descendió con la elegancia propia de un ave fénix para volver a ocultarse.

  Nombró a Shu, y los vientos se congregaron por primera vez y comenzaron a soplar sin descanso, formando el primer susurro del aire.

  Nombró a Tefnut, la lluvia se hizo presente con sus gotas, que parecían lágrimas que caían incesantemente de las esponjosas nubes.

  Nombró a Geb y con solo nombrarlo, se formó la tierra, la tierra que habitarían los humanos y todas las especies terrestres.

  Quiso hacerle compañía a Geb, y para eso nombró a la diosa Nut, haciendo que el firmamento se arqueara sobre la tierra.

Imagen de Geb y Nut, Tierra y Cielo


  Cuando quiso coronar a Egipto con el río Nilo, nombró a Hapi, el padre de los dioses. Y el Nilo comenzó a fluir a través de Egipto fertilizando su amplio valle. Ra, comenzó a nombrar una por una todas las cosas que existen sobre la tierra y estas se hicieron visibles y crecieron. Finalmente les dio nombre a los hombres y a las mujeres, y desde entonces la humanidad pobló la tierra.


  Una vez terminada la creación, Ra tomó la forma de un hombre y se convirtió en el primer faraón de Egipto, dispuesto a gobernar sabiamente hasta el fin de los días de su cuerpo mortal.


  La historia continúa: Siguiente relato

El origen de Géminis - Mitología Griega

LOS DIOSCUROS CÁSTOR Y PÓLUX - GÉMINIS



  Aviso: las aclaraciones en rojo son para explicar quiénes son los diferentes dioses u otras palabras mitológicas, si ya los conoces ignóralas

Hace mucho tiempo, reinaban Esparta la reina Leda y el rey Tíndareo. Una noche, Zeus (dios de los dioses), que ya conocía a la reina de otra ocasión, descendió hasta el lecho de Leda en forma de un elegante cisne blanco e hizo el amor con ella, dejándola embarazada.

Más tarde la reina puso dos huevos, en uno se hallaban las hermanas Clitemnnestra (reina de micenas y esposa de Agamenón) y Helena (la bella Helena de Troya), y en  el otro los gemelos Cástor y Polideuco, este último comúnmente llamado Pólux. A estos gemelos también se les conoce como los Dioscuros.

Al enterarse de los actos de Leda, el rey montó en cólera. Sólo consiguió apaciguarle el hecho de que la reina había sido fecundada el mismo día por él y por Zeus, lo cuál hizo que un gemelo fuera mortal (Cástor) y otro tuviera sangre de dios (Pólux). Lo miamo sucedió con las hermanas, Climenestra fue hija del rey Tíndaro mientras que Helena lo fue de Zeus.

Las hermanas siguieron su propio camino, pero sin embargo los gemelos siempre fueron inseparables, ya que estaban unidos por un gran amor de hermanos, a pesar de que ambos eran completamente diferentes. Cástor era pacífico, y se dedicaba a la domar y cabalgar caballos, mientras que Pólux era agresivo, y era un gran luchador, especialmente en el combate cuerpo a cuerpo.

Imagen que representa a los Dioscuros


Unidos participaron en muchar hazañas, cómo la cacería del Jabalí de Calidón y el vaiaje de los Argonautas. Lucharon juntos en varias guerras, y el destino quiso que en una de ellas, en la que luchaban contra sus primos Idas (inmortal) y Linceo (mortal), el desafortunado Cástor muriera a manos de su primo Idas. Pólux quedó absolutamente destrozado por haber perdido a su hermano, así que en un arrebato de furia mató a su primo mortal Linceo. Zeus intervino en la lucha fulminándolos con un rayo, entonces fue cuando Pólux le dijo a su padre que de nada le servía la inmortalidad si no la podía compartir con su hermano, y que estaba dispuesto a sacrificarla para poder reunirse con él. 

Esta afirmación sorprendió a Zeus, que decidió colocarlos juntos en el cielo, en forma de la constelación Géminis, en su honor, llamó a sus dos estrellas más importantes Cástor y Pólux (aunque también había quién las asociaba con el día y la noche) y además, se apiadó de la fatal suerte de los gemelos, y pactó con Hades (dios de los muertos) que les dejara vivir seis meses en el Olimpo (hogar de los dioses) y seis en el Inframundo (reino de Hades y mundo de los muertos) , para que pudieran estar siempre juntos.

Se dice que la última parte de la leyenda intenta expresar que las personas bajo el signo Géminis para alcanzar la espiritualidad deberán renunciar a lo material, aunque esto sea un gran pilar en sus vidas.