martes, 13 de diciembre de 2016

El dios de la música - Mitología Nórdica

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CRÓNICAS DE LA POESÍA IV




Aunque Odín había obtenido así el don de la poesía, raramente lo usaba. Estaba preservado a su hijo Bragi, el hijo de Gunlod, el convertirse en el dios de la poesía y la música, y a seducir el mundo con sus cantos. Tan pronto como Bragi nació en la cueva rodeada de estalactitas en la que Odín se había ganado el afecto de Gunlod, los enanos se presentaron con un arpa mágica de oro y, colocándole en uno de sus barcos mágicos, le enviaron al mundo exterior.

Mientras el barco surcaba pausadamente por la oscuridad subterránea y navegaba a través el umbral de Nain, el reino de los enanos de la muerte, Bragi, el bello e inmaculado joven dios, que hasta entonces no había mostrado señales de vida, súbitamente se incorporó y, asiendo el arpa que se encontraba a su lado, comenzó a entonar la maravillosa canción de la vida, que a veces se elevaba hasta los cielos, para entonces hundirse en el tenebroso reino de Hel, la diosa de la muerte. Mientras tocaba, el barco fue arrastrado hasta las aguas iluminadas por el Sol y pronto llegó hasta tierra firme.



Bragi siguió entonces a pie, encaminando sus pasos por el raso y silencioso bosque, tocando mientras caminaba. Al sonido de su hermosa música, los árboles comenzaron a brotar y florecer y la hierba a sus pies se vio adornada con innumerables flores. Allí se encontró con Idun, hija de Ivald, la hermosa diosa de la juventud eterna, a quien los enanos permitían visitar la tierra de cuando en cuando y, en su presencia, la naturaleza asumía invariablemente su más hermoso y delicado aspecto. Era de esperar que dos seres como éstos se sintieran atraídos el uno por el otro y Bragi pronto obtuvo a la bella diosa como esposa.

Juntos corrieron hasta Asgard, donde fueron cálidamente bienvenidos y donde Odín, tras trazar runas sobre la lengua de Bragi, decretó que éste debería ser el juglar celestial y el compositor de las canciones en honor a los dioses y los héroes a quien él recibía en Valhalla.

FIN



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El robo del aguamiel - Mitología Nórdica


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CRÓNICAS DE LA POESÍA III




Tras alcanzar el interior de la montaña, Odín volvió a adquirir su apariencia divina y manto estrellado y entonces se presentó en la cueva de estalactitas ante la bella Gunlod. Pretendía ganarse su amor como medio para inducirle a concederle un trago de cada uno de los recipientes confiados a su cuidado.

Conquistada con su apasionado cortejo, Gunlod consintió convertirse en su esposa y, tras haber permanecido durante tres días enteros con ella en su guarida, la giganta extrajo los recipientes de su lugar secreto y le dijo que podía tomar un sorbo de cada uno de ellos. Odín se aprovechó bien de este permiso y bebió tan profundamente que vació completamente los tres recipientes. Entonces, tras haber obtenido lo que quería, salió de la cueva y poniéndose sus plumas de águila, se elevó hacia el cielo, en dirección a Asgard.



Todavía se encontraba lejos del reino de los dioses cuando se percató de que alguien le perseguía y, ciertamente, Suttung, habiendo asumido también la forma de un águila, venía tras él a gran velocidad, con la intención de forzarle a devolver el hidromiel robado. Así que Odín voló más y más rápidamente, estirando todos sus nervios para llegar a Asgard antes de que el enemigo le alcanzara. Mientras se aproximaba, los dioses observaron inquietos la carrera.

Viendo que Odín sólo sería capaz de escapar con dificultad, los Ases reunieron rápidamente todos los materiales combustibles que pudieron encontrar y, mientras volaba sobre las murallas de su morada, prendieron fuego a la masa de carburante, para que las llamas chamuscaran las alas de Suttung al seguir persiguiendo al dios, tras lo cual cayó en el mismo centro del fuego, donde pereció abrasado. Mientras, Odín voló hasta el lugar donde los dioses habían preparado recipientes para el aguamiel robado, y vomitó el fluido de inspiración con tanta rapidez que unas pocas gotas cayeron y fueron dispersadas por la tierra.

Ellas se convirtieron en la porción de poetas y escritores, reservándose los dioses la mayor parte del brebaje para consumo propio, concediéndole ocasionalmente un sorbo a algún mortal al que favorecieran, el cual, inmediatamente después, cobraría fama mundial por sus inspirados cantos. Ya que los hombres y dioses le debían el preciado regalo a Odín, ellos nunca dudaban en expresarle su gratitud y no sólo le llamaban por su nombre, sino que le veneraban como el patrono de la elocuencia, la poesía y el canto, y de todos los escaldos.



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La búsqueda del aguamiel - Mitología Nórdica

CRÓNICAS DE LA POESÍA II




Ya que Odín dominaba la ciencia de las runas y ya había bebido de las aguas del manantial de Mimir, él ya era el más sabio entre los dioses. Pero una vez supo del poder de la poción de la inspiración elaborada a partir de la sangre de Kvasir, ambicionó poseer el fluido mágico. Con tal propósito viajó hasta Jötunheim. De camino hacia la casa del gigante, pasó al lado de unos terrenos donde se encontraban nueve feos esclavos atareados recogiendo heno.

Odín se detuvo por un momento y les observó en su trabajo y, percatándose de que sus guadañas parecían muy despuntadas, se ofreció a afilarlas, algo que ellos aceptaron entusiasmados. Sacándose la piedra de afilar de su pechera, Odín procedió a afilar las nueve guadañas, creando hábilmente uno filos tan cortantes que los esclavos le rogaron que les regalase la piedra. Con resignación bien humorada, Odín arrojó la piedra sobre la pared, pero los nueve esclavos saltaron simultáneamente para cogerla, hiriéndose entre ellos con sus afiladas herramientas. Enfurecidos ante sus respectivos descuidos, comenzaron a pelearse y no se detuvieron hasta que todos estuvieron o bien heridos de muerte o muertos.

Impávido ante esta tragedia, Odín continuó su viaje, llegando poco después a la casa del gigante Baugi, un hermano de Suttung, el cual le recibió de forma hospitalaria. En el transcurso de la conversación, Baugi le informó de que estaba muy azorado, pues era tiempo de cosecha y todos sus hombres acababan de ser encontrados muertos en el campo. Odín, que en esta ocasión se había presentado con el nombre Bolwerk (causador de males), pronto ofreció sus servicios al gigante, prometiéndole realizar el trabajo equivalente de los nueve esclavos y trabajar diligentemente durante todo el verano, a cambio de un solo trago del aguamiel mágico de Suttung cuando la atareada estación hubiese acabado.

El trato fue inmediatamente aceptado y el nuevo sirviente de Baugi, Bolwerk, trabajó incesantemente durante todo el verano, más allá de lo que requería sucontrato, recogiendo apropiadamente todo el grano antes de que las lluvias de otoño comenzaran a caer. Cuando llegaron los primeros días de invierno, Bolwerk se presentó ante su señor, reclamando su recompensa. Pero Baugi vaciló y puso reparos, diciendo que no se había atrevido a pedirle abiertamente a su hermano Suttung el trago de la inspiración, pero que intentaría obtenerlo usando la astucia. Bolwerk y Baugi se dirigieron juntos hacia la montaña donde Gunlod vivía y, como no pudieron encontrar otro modo de entrar en la cueva secreta, Odín extrajo su fiel taladro, llamado Rati, y le ordenó al gigante que usara toda su fuerza para hacer un agujero por el que pudiese arrastrarse hasta el interior.


Baugi obedeció en silencio y, tras trabajar durante un corto período de tiempo, retiró la herramienta, diciendo que había atravesado la montaña y que Odín no tendría dificultad en deslizarse hasta dentro. Pero el dios, desconfiando de tal afirmación, se limitó a soplar dentro del agujero y cuando el polvo y los guijarros salieron hacia el exterior, le ordenó severamente a Baugi que reanudara su trabajo y que no intentara engañarle de nuevo. El gigante hizo lo que se le pidió. Transformándose en una serpiente, reptó por el interior con tal rapidez que logró evitar el afilado taladro cuando Baugi se introdujo traicioneramente tras él con la intención de matarle.




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Kvasir - Mitología Nórdica

CRÓNICAS DE LA POESÍA I




En los tiempos de la guerra entre los Aesir y los Vanir, cuando la paz se hubo decretado, un jarrón se trajo a la asamblea, dentro del cual escupieron solemnemente ambos bandos. De esta saliva, los dioses crearon a Kvasir, un ser célebre por su sabiduría y bondad, que recorría el mundo respondiendo a todas las preguntas que se le formulaban, instruyendo y beneficiando de esta manera a la humanidad.

Los enanos, habiendo oído de la gran sabiduría de Kvasir, lo codiciaron y, encontrándolo dormido un día, dos de ellos, Fjalar ("impostor") y Galar ("gritón"), le mataron a traición y derramaron hasta la última gota de su sangre en tres recipientes: el hervidor Odhroeir (inspiración) y los cuencos Son(expiación) y Boden (ofrenda). Tras mezclar debidamente esta sangre con miel, crearon un tipo de bebida tan inspiradora, que cualquiera que la probase se convertiría inmediatamente en un poeta, pudiendo cantar con un encanto que le haría ganarse con certeza todos los corazones. Sin embargo, aunque los enanos elaboraron este maravilloso aguamiel para su propio consumo, ni siquiera lo probaron, sino que lo escondieron en un lugar secreto, mientras partieron en busca de más aventuras.



No habían avanzado mucho cuando se encontraron al gigante Gilling también dormido, echado sobre una orilla húmeda y maliciosamente le ofrecieron ir a pescar con ellos, pero la barca que le otorgaron hacía aguas, por lo que se hundió debido al gran peso del gigante y este pereció ahogado. Después, corriendo hasta su morada, algunos escalaron hasta el tejado, transportando una enorme piedra de molino, mientras que otros, tras entrar, le comunicaron a la giganta que su marido estaba muerto. Tales noticias provocaron en la pobre criatura un gran dolor y salió corriendo al exterior para ver los restos de su esposo. Mientras atravesaba la puerta, los retorcidos enanos dejaron caer la piedra de molino sobre su cabeza, matándola.

Este doble crimen no permaneció impune por mucho tiempo, pues el hermano de Gilling, Suttung, partió rápidamente en búsqueda de los enanos, decidido a vengarle. Agarrándoles con sus poderosas manos, el gigante los llevó hasta un bajío muy dentro del mar, donde seguramente hubieran perecido a la siguiente marea alta de no haber tenido éxito en redimir sus vidas al prometerle al gigante que le entregarían el aguamiel que habían elaborado recientemente.

Tan pronto como Suttung les llevó a tierra, ellos le entregaron el precioso brebaje, el cual confió a su hija Gunlod ordenándole que lo vigilara día y noche, y que no permitiese que ni dioses ni mortales llegaran a probarlo. Para cumplir mejor con esta tarea, Gunlod transportó los tres recipientes dentro de una montaña ahuecada, donde veló por ellos con el más escrupuloso cuidado, sin sospechar que Odín había descubierto el lugar en el que se ocultaba, gracias a los agudos ojos de sus cuervos siempre vigilantes, Hugin y Munin.



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Yggdrasil - Mitología Nórdica





En la mitología nórdica, el mundo es representado por el fresno Yggdrasil o árbol de la vida, nexo entre los nueve mundos, símbolo de la unión y la universalidad.

Midgard, la tierra de los hombres se presenta de forma circular y rodeada por un gran océano. En el centro de ésta, hay un árbol, un fresno, cuyas ramas ascienden hasta el cielo y cuyas raíces llegan hasta los infiernos, donde habita un dragón, que las roe de continuo hasta el Rangarök o fin de los tiempos.  Allí, en las raíces, también se encuentra una fuente de la que emana la sabiduría oculta.
Una ardilla, con la misión de transmitir mensajes entre el águila de la copa y la serpiente que se enrosca en las raíces, recorre el tronco. Hay un ciervo que se alimenta de las ramas, y de su cornamenta surgen ríos. También  hay una cabra, que da aguamiel, la bebida de los guerreros en el palacio de Odín, quien, según la leyenda, se sacrificó colgándose de este árbol para obtener la sabiduría de las runas.




Asgard, en los cielos, es el hogar de los Aesir (dioses del cielo) y los Vanir (dioses de la tierra). Vanaheim pertenece a los Vanir, y se sitúa debajo de la tierra. Jotunheim, el país de los gigantes, se encuentra entre las raíces del árbol, al igual que el reino de los muertos, Helheim, dominado por la diosa Hel. Existe un puente de acceso a Asgard bien custodiado por dos gigantes, el Bifrost, que suele ser representado como un arco iris. Además, existe el mundo de los elfos, (Svartálfaheim el de los elfos oscuros y Alfheim el de los elfos de la luz), el mundo de las tinieblas o Niflheim  y Muspel o Muspelheim, o el reino del fuego, mundo primordial.



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Río Estigia - Mitología Griega





El río Estigia es uno de los cinco ríos que rodean el reino del Hades, o del submundo, y el más conocido y venerado en la antigüedad. Los otros cuatros son Aqueronte, Cocito, Flegetonte y Lete.

Para los dioses no había nada más sagrado que jurar por el Estigia. Algunos cuentan que sus orillas eran tan nauseabundas y fétidas, que sólo un trago de sus aguas producía la muerte inmediata. De hecho, más de una vez algún que otro desafortunado fue condenado por Zeus a beber de él. Otros decían que del río Estigia salían burbujas de fuego, como si estuviera en constante ebullición. Y también es conocida la leyenda en la que Tetis sumergea su hijo Aquiles en el Estigia, dándole con ello la inmortalidad (bueno, menos en el talón, que fue por donde su madre lo agarró durante el proceso).

El Estigia separa el mundo de los vivos del de los muertos. Su largo recorrido rodeaba al Hades nueve veces. Su nombre significa “odio”, pues por el pasan las almas coléricas y furiosas cuya condena es terminar ahogadas en sus pútridas aguas.


Muchos creen que Caronte, el barquero encargado de trasladar las almas al otro lado, cruzaba el Estigia. En realidad esto no es así. En realidad, este personaje cruzaba el río Aquerón. Al final del trayecto le esperaba el famoso Cerbero, un perro monstruoso de tres cabezas, enorme mandíbula y cola de serpiente, que guardaba las puertas del Infierno. Su misión era dejar pasar a las almas y no permitirles salir jamás. Caronte sólo llevaba a aquellos pasajeros que le pagaban un óbolo, la moneda que era puesta en la boca de los difuntos al morir. Los que no podían pagar eran condenados a vagar cien años por el río hasta que ellos mismos encontraran la entrada o bien el taciturno y viejo barquero los llevaba gratis.

Pero el Hades o inframundo no sólo alojaba al infierno y a las almas sin perdón. Allí terminaban todos. Sólo que los héroes tenían su propio paraíso, las conocidas como Los Campos Elíseos. Una vez pasada la entrada y al Cerbero, allí estaba el Asfódelos, donde iban a para la mayor parte de las almas y cuya existencia era bastante tenebrosa y lúgubre.

El terrible Cerbero era hijo de Equidna y Tifón, los cuales fueron ya padres de varias criaturas monstruosas, como Quimera, la Hidra o el León de Nemea.


Cuenta la leyenda que cuando Orfeo fue en busca de su amada Eurídice, su música era tan dulce que Cerbero no opuso resistencia alguna a su paso…





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Caronte - Mitología griega





Según la mitología griega, Caronte es el barquero encargado de transportar las almas de los muertos a través de la laguna Estigia (algunos dicen que del río Aqueronte) hasta el reino del inframundo gobernado por Hades. Entra dentro de sus atribuciones rechazar a aquellos difuntos que no puedan pagar el pasaje al no haber sido enterrados con una moneda en la boca (el famoso óbolo). En las obras clásicas se le describe como un anciano alto, delgado, de barba y pelo canos, y con llamas en los ojos. Viste unas pieles y empuña una larga vara con la que golpea a los espíritus de los muertos cuando no reman con la suficiente rapidez, o cuando protestan demasiado. Todos los autores coinciden en señalar su carácter taciturno y malhumorado.

La figura de Caronte se menciona por primera vez en la Grecia antigua hacia el 500 a.C. en la Miníada, poema épico de Pausanias. Su aparición tardía se puede explicar desde un punto de vista sociológico: si la aristocracia tenía sus propios guías al otro mundo, como eran Hypnos y Thanatos, Caronte lo era de los grupos populares, y al ganar estos importancia con la consolidación de la democracia, su Psicopompo comienza a aparecer en las representaciones iconográficas y literarias.

Pese a resultar un personaje carismático, Caronte no tiene demasiada historia más allá de su monótona función. Algunos autores lo creen hijo de Érebo y Nix, y por tanto casi un dios, pero no aclaran, por ejemplo, si el propio Caronte tuvo alguna vez hijos, o por qué realiza su labor; nadie sabe si está castigado a viajar eternamente de una ribera a otra de la Estigia o si lo escogió por voluntad propia.

En cuanto a la Literatura Clásica, Caronte es apenas un extra en las historias de algunos héroes necesitados de un poco de atrezzo infernal para sus aventuras en el inframundo. Constituía un interesante obstáculo a salvar, ya que en teoría ningún humano vivo tenía permitido subir a su barca. Pero así a todo Hércules lo logra por fuerza bruta, Orfeo gracias al hechizo de su canto, y Eneas mostrando una rama de oro, salvoconducto divino proporcionado por la sibila de Cumas.

Dante recuperó al personaje para el principio de la Divina comedia, cambiando su destino habitual, el Hades, por el infierno cristiano. Tal vez gracias esta pequeña adaptación cristianizadora, Caronte ha sobrevivido en el imaginario colectivo hasta llegar nuestros días, aunque ahora lo imaginemos como una figura hierática vestida con una túnica oscura cuya capucha le tapa la cabeza y que conduce su barca sin dirigir palabra a los pasajeros. Así lo podemos encontrar en obras tan dispares como la película Scoop, de Woody Allen, o el maravilloso relato breve “Caronte”, de Lord Dunsany.


Caronte es mencionado en varios de los relatos de Luciano que componen su obra Dialogo de los Muertos; en ellos se muestra locuaz y sobre todo mordaz con las almas que transporta; en uno de estos relatos Caronte exige a Menipo que le pagué por haberlo trasladado, pero este le recuerda que él no descendió al Hades obligado, si no por propia voluntad (suicidio) y le replica que si es por el pago, entonces que lo regrese a la otra orilla a lo que Caronte se niega por temor a ser castigado por Eaco (uno de los jueces del infierno).