miércoles, 22 de junio de 2016

Heimdall - Mitología Nórdica - Personajes

HEIMDALL

EL GUARDIÁN DEL PUENTE DEL ARCO-IRIS



  Aviso: las aclaraciones en rojo son para explicar quiénes son los diferentes dioses u otras palabras mitológicas, si ya los conoces ignóralas

  Se dice que un día, en en el transcurso de un paseo a orillas del mar, Odín (dios de la sabiduría) vio una vez a nueve bellas gigantes, las doncellas de las olas, llamadas Egia, Augeia, Ulfrun, Aurgiafa, Sindur, Atla, Iarnsaxa, Gjálp y Greip, las hijas de Aegir (dios de los océanos) . Se encontraban profundamente dormidas en las blancas arenas. Odín quedó tan enamorado de las hermosas criaturas que, como relatan las Eddas (colecciones de relatos nórdicos), se desposó con las nueve y se combinaron, en el mismo momento, para traer al mundo un hijo que recibió el nombre de Heimdall.

  Las nueve madres procedieron a alimentar al bebé con la fuerza de la tierra, la humedad del amor y el calor del sol, una dieta que demostró ser tan fortalecedora que el nuevo dios creció completamente en un espacio de tiempo increíblemente corto y corrió a unirse a su padre en Asgard (reino de los Aesir, los dioses guerreros).

  Encontró a los dioses observando con orgullo el arco iris del puente Bifröst (el puente que conecta Asgard con Midgard, la Tierra), el cual acababan de construir con fuego, aire y agua, los tres materiales que aún pueden verse en este extenso arco, donde brillan los tres colores principales significativos de estos elementos: el rojo representando al fuego, el azul al aire y el verde a las frescas profundidades del mar.

  En el momento de la llegada de Heimdall, los dioses estaban deliberando sobre la conveniencia de asignar un guardián fidedigno y vitorearon al nuevo recluta como alguien apropiado para cumplir con las onerosas obligaciones de su cargo. Heimdall accedió con alegría a asumir la responsabilidad y desde entonces veló día y noche el sendero de arco iris que se adentraba en Asgard.

  Para permitir que Heimdall detectara la aproximación de cualquier enemigo desde lejos, la asamblea de los dioses le concedió sentidos tan agudos que se dice que era capaz de oír crecer la hierba en las colinas y la lana en los lomos de las ovejas, de ver a cien millas de distancia tan claramente tanto de día como de noche, y a pesar de todo, necesitaba menos tiempo de sueño que un pájaro, así era el poderoso Heimdall.

  Se le proporcionó además una reluciente espada y un cuerno extraordinario, llamado Gjallarhorn, y los dioses le ordenaron que hiciera sonarlo siempre que divisara que se aproximaban los enemigos, los gigantes de escarcha, sabiendo que su sonido despertaría a todas las criaturas en el cielo, la tierra y Niflheim (reino de la niebla y las tinieblas). Su último terrible sonido anunciaría la llegada del Ragnarok (el día del fin del mundo).


  Para tener siempre a mano este instrumento, que era un símbolo de la luna creciente, o lo colgaba de una rama de Yggdrasil (el árbol de los mundos) sobre su cabeza o lo sumergía en las aguas del manantial de Mímir. En este último lugar yacía junto al ojo de Odín, que era un símbolo de la luna llena.

  El palacio de Heimdall, llamado Himinbjörg, estaba en el punto más alto del puente, y allí le visitaban a menudo los dioses para beber del delicioso hidromiel con el que él los agasajaba.
Heimdall siempre era representado con una resplandeciente armadura blanca, por lo que era conocido como el dios brillante o de la luz. También era conocido como el dios delicado, inocente e indulgente, nombres que merecía, pues era tan bondadoso como hermoso y todos los dioses le amaban cariñosamente.

  Conectado por el lado de sus madres con el mar, a veces era relacionado con los vanir (dioses de la naturaleza), ya que a los antiguos nórdicos, especialmente los islandeses a quienes el mar los rodeaba, les parecía el elemento más importante, creyendo que todo había emergido de allí. Le atribuían un conocimiento muy extenso y se lo imaginaban especialmente sabio.

  A Heimdall se le distinguía asimismo por sus dientes de oro, que destellaban cuando él sonreía, y se ganó el sobrenombre de Gullitani (el de los dientes de oro). También era el orgulloso propietario de un veloz corcel de crines de oro llamado Gulltoppr, que le transportaba de acá para allá pero especialmente temprano por la mañana, a cuya hora, como heraldo del día, tenía el nombre de Heimdellinger.

  Heimdall tiene otros nombres, entre ellos Hallinskide e Irmin, pues a veces ocupaba el lugar de Odín y era identificado con aquel dios, al igual que con otros dioses de espada, Er, Heru, Cheru y Tyr (dios de la guerra) que destacaban todos por sus relucientes armas. Él, sin embargo, es más conocido generalmente como el Custodio del arco iris y dios del cielo, de las fértiles luvias y de los rocíos, que traen buenos tiempos a la Tierra.

  Heimdall compartía además con Bragi (dios de la poesía) el honor de darle la bienvenida a los héroes en Valhalla (el paraíso de los guerreros, adonde van cuando mueren) y, bajo el nombre de Riger era considerado como el señor divino de varias clases sociales que componen la raza humana.

  Heimdall era conocido como el Dios Blanco, por su armadura de blanco metal y muy brillante y una espada del mismo metal y gran brillo llamada Hofuth.


  La historia continúa: Siguiente relato

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