CRÓNICAS DE LA POESÍA I
En los
tiempos de la guerra entre los Aesir y los Vanir, cuando la paz se hubo
decretado, un jarrón se trajo a la asamblea, dentro del cual escupieron
solemnemente ambos bandos. De esta saliva, los dioses crearon a Kvasir, un ser
célebre por su sabiduría y bondad, que recorría el mundo respondiendo a todas
las preguntas que se le formulaban, instruyendo y beneficiando de esta manera a
la humanidad.
Los enanos, habiendo oído de la gran sabiduría de Kvasir, lo
codiciaron y, encontrándolo dormido un día, dos de ellos, Fjalar ("impostor") y Galar ("gritón"), le
mataron a traición y derramaron hasta la última gota de su sangre en tres
recipientes: el hervidor Odhroeir (inspiración) y los cuencos Son(expiación) y
Boden (ofrenda). Tras mezclar debidamente esta sangre con miel, crearon un tipo
de bebida tan inspiradora, que cualquiera que la probase se convertiría
inmediatamente en un poeta, pudiendo cantar con un encanto que le haría ganarse
con certeza todos los corazones. Sin embargo, aunque los enanos elaboraron este
maravilloso aguamiel para su propio consumo, ni siquiera lo probaron, sino que
lo escondieron en un lugar secreto, mientras partieron en busca de más
aventuras.
No habían avanzado mucho cuando se encontraron al gigante Gilling
también dormido, echado sobre una orilla húmeda y maliciosamente le ofrecieron ir a pescar con ellos, pero la barca que le otorgaron hacía aguas, por lo que se hundió debido al gran peso del gigante y este pereció ahogado. Después, corriendo hasta su morada,
algunos escalaron hasta el tejado, transportando una enorme piedra de molino,
mientras que otros, tras entrar, le comunicaron a la giganta que su marido
estaba muerto. Tales noticias provocaron en la pobre criatura un gran dolor y
salió corriendo al exterior para ver los restos de su esposo. Mientras
atravesaba la puerta, los retorcidos enanos dejaron caer la piedra de molino
sobre su cabeza, matándola.
Este doble crimen no permaneció
impune por mucho tiempo, pues el hermano de Gilling, Suttung, partió rápidamente
en búsqueda de los enanos, decidido a vengarle. Agarrándoles con sus poderosas
manos, el gigante los llevó hasta un bajío muy dentro del mar, donde
seguramente hubieran perecido a la siguiente marea alta de no haber tenido
éxito en redimir sus vidas al prometerle al gigante que le entregarían el
aguamiel que habían elaborado recientemente.
Tan pronto como Suttung les llevó
a tierra, ellos le entregaron el precioso brebaje, el cual confió a su hija
Gunlod ordenándole que lo vigilara día y noche, y que no permitiese que ni
dioses ni mortales llegaran a probarlo. Para cumplir mejor con esta tarea,
Gunlod transportó los tres recipientes dentro de una montaña ahuecada, donde
veló por ellos con el más escrupuloso cuidado, sin sospechar que Odín había
descubierto el lugar en el que se ocultaba, gracias a los agudos ojos de sus
cuervos siempre vigilantes, Hugin y Munin.
Texto sacado de aquí.
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