LA HUIDA DE TIFÓN
Mientras la guerra entre dioses y titanes estaba en su máximo apogeo, Afrodita y su
hijo Eros (más conocido como Cupido) se hallaban muy lejos, descansando a
orillas del río Éufrates. La delicada diosa y su hijo se habían marchado los
primeros del Olimpo. No compartían en absoluto la afición por las guerras en
las que los demás dioses, por un motivo u otro, siempre se veían envueltos. Las
armas que les interesaban eran las que desplegaban los amantes para engatusarse
y las únicas conquistas que les placían eran las del corazón.
Afrodita y Eros sintieron algo de viento y pensaron que
Tifón les había descubierto y les perseguía, llamaron a las ninfas del río.
Éstas les convirtieron en dos peces, los ataron con una cuerda para que Afrodita
no perdiera de vista a su hijo. Tras una larga huida paseo por debajo del agua,
llegaron al palacio submarino de las ninfas. Allí estuvieron hasta que les
llegaron noticias de que Tifón había dejado de molestar. Para recordar a los
simpáticos peces en los que se habían convertido, los dioses del amor los
colocaron en la hermosa constelación de Piscis.
Texto basado en este otro.
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