< Estigia, río del Inframundo
Hace muchísimos años, en las tierras en las que hoy se
erigen imponentes los Pirineos, había bosques de una inmensidad inimaginable, en
los cuales vivía una ninfa de belleza
incalculable que fue nombrada por Zeus cuidadora de las aguas que allí había.
Esta preciosa ninfa se llamaba Pirene.
Cuenta la leyenda que Pirene era preciosísima y que muchos
hombres caían rendidos a sus pies y uno de ellos fue Hércules, el cual fue
correspondido por la bella ninfa. Este amor, sin embargo, se truncó ya que el
padre de Pirene, Tubal, rey de aquellas tierras por aquel entonces, desterró a
Hércules para que no se pudieran amar.
Pirene, triste y con el corazón roto, vagaba por los bosques
y montes, esperando a que Hércules regresara y pudieran escaparse para vivir su
amor. En uno de sus tristes paseos por el bosque, la bella Pirene
se topó con Gerión, un monstruo de tres cabezas que estaba enamorado de ella y
que intentó poseerla.
Pirene pudo escapar pero Gerión, enfadadísimo, incendió el
bosque donde la bella ninfa se escondió.
Un águila que lo había visto todo fue al encuentro de
Hércules para advertirle de lo sucedido pero cuando este llegó, Pirene sólo
tuvo tiempo de oir la promesa de amor eterno de su amado y murió.
Cuentan que Hércules, entonces, roto por el dolor, la
enterró y construyó un mausoleo para su amada colocando enormes rocas encima de
su cuerpo.
Era tan grande su tristeza y su dolor por la pérdida de su amada,
que el mausoleo se convirtió en unas enormes montañas de piedra, las cuales
dieron lugar a la cordillera que actualmente se conoce como Pirineos, que es sin duda, tan hermosa como la bella
ninfa que reposa a sus pies.
Texto sacado de aquí.
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