Casandra era hija de Hécuba y Príamo, rey de Troya. Su
belleza era tan deslumbrante que Apolo, el dios del sol, le ofreció regalarle
el don de la profecía si se convertía en su amante. Casandra accedió, tentada con conocer el
futuro, pero cuando Apolo intentó cobrar su recompensa ella se rehusó
tajantemente a cumplir su parte del trato.
Enojado por el rechazo y profundamente ofendido por el
engaño, Apolo reaccionó de una forma bastante habitual entre los olímpicos:
pensó en un castigo ejemplar, algo que le permitiera cicatrizar su autoestima
pero que de ningún modo comprometiera la palabra empeñada.
Apolo cumplió su parte del trato. Le entregó a Casandra el
don de predecir el futuro, de saber de antemano cada episodio, cada muerte,
cada victoria, de anticiparse incluso a las visiones más arrebatadoras de los
profetas. Y junto a este don el dios añadió una breve pero demoledora
maldición: nadie, absolutamente nadie le creería.
Fue así que Casandra conoció el futuro, e intentó prevenir a
su padre sobre los ejércitos aqueos, de Aquiles, Odiseo, y las estratagemas de
los engañosos griegos. No obstante, rápidamente descubrió que conocer el futuro
no sirve de nada si nadie era capaz de creerle.
El mito de Casandra fue inmortalizado en la Ilíada, pero
continuó inalterable a través de los siglos, hasta que el filósofo francés
Gaston Bachelard lo utilizó para acuñar una teoría muy curiosa: el complejo de
Casandra.
En 1963, la psicóloga Melanie Klein realizó una hermosa
interpretación del mito de Casandra. Allí sostiene que la princesa troyana
representa la moral humana, aquella porción de nosotros mismos que conoce los
peligros de encarar ciertos actos, pero que rara vez es escuchada a tiempo.
En cierta forma, Casandra es la consciencia moral de Troya,
desoída y ridiculizada por una excesiva confianza en sí misma.
La psicóloga jungiana Laurie Layton Schapira también estudió
a fondo los factores que integran el complejo de Casandra. Todos -sostiene-
padecemos algún grado más o menos equilibrado de esa "maldición". Por
ejemplo, la mujer que SABE que determinado hombre no le conviene, pero que prefiere
ignorar sus predicciones instintivas sublimando sus propias capacidades, por
ejemplo, la esperanza secreta de cambiar la personalidad del otro.
El final de Casandra fue decididamente trágico. Intentó, en
vano, alertar a su padre sobre la verdadera naturaleza del caballo de Troya y
la caída de la ciudad. Durante la masacre y los saqueos, Casandra buscó refugio
en el templo de Atenea, donde fue abducida por Ajax y luego por el propio rey
Agamenón, que la tomó como esclava y concubina. Poco tiempo después fue
asesinada por la esposa de Agamenón, y hermana de la hermosa Helena,
Clitemnestra.
Ahora bien, este final plantea una duda razonable. Si
Casandra conocía el futuro, sabía que no encontraría refugio en el templo de
Atenea. De hecho, podemos pensar que el conocimiento absoluto del devenir le
permitiría huir de la ciudad de Troya sin recibir una sola herida. No obstante,
eligió el martirio, el sacrificio, acaso creyendo que ningún futuro se perfila
venturoso para los profetas que son ignorados.
El definitiva, el pronóstico siempre es menos importante que
la credibilidad del profeta.
Texto sacado de aquí.